jueves, 25 de septiembre de 2008

FERNANDO PESSOA: EN LA FLORESTA DE LA ENAJENACIÓN



Ruben Capdevila


Asunción 25 de junio de 2003



Hace algunos años recibí de manos de una española un regalo formidable que habría de cambiar para siempre mi gusto por la literatura, y , por que no decirlo mi compresión misma de la realidad: un libro de título extraño y de autor, hasta entonces, para mi, desconocido.
Todavía recuerdo como si el tiempo fuese un engaño, una farsa, una conspiración de la mente, aquellas líneas iniciales del misterioso y extenso poema “ En la Floresta de la enajenación”, que dicen: “Sé que he despertado y que todavía duermo. / Mi cuerpo antiguo, molido de que yo viva, me dice que todavía es muy pronto.../ Me siento febril de lejanía. Me peso no sé por qué.../ En un torpor lúcido, pesadamente incorpóreo, me estanco, entre el sueño y la vigilia, en un sueño que es la sombra de soñar./ Mi atención flota entre dos mundos y ve ciegamente la profundidad de un mar y la profundidad de un sueño; y estas profundidades se interpenetran, mezclándose, y yo no sé donde estoy ni lo que sueño.” ( En la Floresta de la Enajenación. Libro del Desasosiego)[1]. Desde estos versos he despertado muchas madrugadas, sin comprender ya los límites precisos del sueño y la vigilia, e, instantáneamente he vuelto a despertar.
Pero hay culpas y misterios que tienen nombre y personalidad. En este caso, el culpable de la fascinación misteriosa que no nos permitirá dormir tranquilos durante muchos años es un escritor, poeta, filósofo, ensayista médium, astrólogo y traductor Portugués llamado Fernando Pessoa, nacido en la ciudad de Lisboa el 13 de junio de 1.888 y, cuya corta y extraña existencia duraría hasta un lejano noviembre de 1935.
Es Fernando Pessoa uno de esos escritores arriesgados, que no ha podido resistirse al deseo desmesurado de escribir lo prohibido; escritor de lo indecible, poeta de lo irracional, su propia vida ha sido un desafío para la lógica insigne de la razón.
Indefinido e indefinible, Pessoa ha representado, no solamente el punto de ruptura de muchas corrientes literarias – modernismo, simbolismo, saudosismo – sino la fundamental convergencia y absorción de estos en una “alquimia filosófico-literaria” difícil de definir, imposible de encasillar.
Imbuido inicialmente, y talvez hasta el final, en la intrincada problemática esotérico-metafísica, tan perturbadora de su tiempo, se lo ve vinculado muchas veces con movimientos como el Rosacrucismo, y espontáneamente aparecen y desaparecen en su vida, personajes satánicos como Aleister Crowley, inspirador del “Ocultismo Negro”. Otras veces se lo reconoce como principal representante del saudosismo, corriente literaria de carácter nostálgico-nacionalista, que trata de revivir el glorioso pasado de Portugal. De esta corriente es tributaria su única obra publicada en vida “Mensagem”[2] (Mensaje) donde metamorfoseando con los personajes de la historia Portuguesa, aparece el Pessoa mitopoyeta recreando la imagen del Rey Sebastián de Portugal, que, cual Rey Arturo volverá para traer las viejas glorias de un “Quinto Imperio”. El escritor, en esta obra hace un doble juego, haciendo hablar a los personajes, con su propio sentimiento y mística, realizando él mismo un itinerario espiritual en su propia búsqueda:



“¿ Qué importan desventura, arena y muerte
si, con Dios me guardé?
Lo que yo me soñé, eterno dura:
Ese que volveré.”

(Del Poema Don Sebastián, Mensagem)
[3]



No debe estar ausente de nuestro análisis, además, el papel de precursor del modernismo que ha ejercido Pessoa en Portugal, y el uso indiscriminado y conciso de los recursos del simbolismo, en especial, en sus poemas extensos.
Pero el punto crucial de la obra pessoana es la creación de un estilo hasta entonces extraño a todo ámbito literario: La heteronimia. Hacia 1914 Pessoa empieza a sufrir una transformación existencial muy profunda, caracterizada por dos aspectos: primero, un desdoblamiento o fragmentación de la personalidad que desembocará en la creación de varias personalidades literarias, con una psicología e historia particulares, en una suerte de Drama en gente. En segundo lugar, la sumisión a un estado de “no ser” o de necesidad intensa de dejar de ser, de sentir, de existir quizás; un estado fluctuante entre ausencia y presencia, entre sueño y vigilia, que se traslucirá de allí en adelante en toda su obra.
Ya de muy joven, desde niño quizás, había acostumbrado Pessoa, escribir bajo seudónimos. Primero, escribiendo (y respondiendo) cartas a un tal Chevalier de Pas
( Caballero de No) y luego dando paso a Alexander Search ( Alejandro Búsqueda) en quien ya se perciben algunas líneas significativas de su futuro estilo y la influencia de su formación Inglesa. Pero precisamente es 1914 el tiempo en que la heteronimia llega a tomar forma sustancial con la aparición de una voz escéptica y panteísta a la que bautizará bajo el nombre de Alberto Caeiro, quien tendrá de discípulos, casi coetaneamente, a Ricardo Reis y Álvaro de Campos, así como al propio Fernando Pessoa.
El primero, Alberto Caeiro, es el Maestro, el poeta de la espontaneidad, para quien lo único realmente existente es la naturaleza; para el no hay por que complicarse con metafísica alguna, ni razón por la cual dejarse llevar por los devenires del intelecto. Solo la naturaleza merece ser loada. Es un escéptico, sin dudas, un animal de palabras:



“Quien está al Sol y cierra los ojos,
comienza a no saber que es el Sol
y a pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el Sol,
Y ya no puede pensar en nada,
porque la luz del Sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y todos los poetas.
La luz del Sol no sabe lo que hace
y por eso no yerra y es común y buena.
(De “El Guardador de Rebaños”)
[4]



La obra de Ricardo Reis, sin embargo, es lo opuesto al Maestro, situado casi en la antípoda. Es un estoico, un poeta horaciano, neoclásico, su obra esta llena de referencias mitológicas, es un arcaísta por tanto, a la ves que pesimista al punto de abandonar al hombre al arbitrio del Hado o de los Dioses; de este poeta leemos:



“¡ Tan de prisa pasa todo cuanto pasa!
¡Muere tan joven ante los Dioses cuanto muere!
¡Todo es tan poco!
Nada se sabe, todo se imagina.
Circúndate de Rosas, ama, bebe y calla.
Lo demás es nada.”
[5]



Este personaje habla también de las obsesiones fundamentales del poeta: el fingimiento y la renuncia del amor. A Ricardo Reis se atribuye uno de los poemas más famosos de Pessoa: “El poeta es un fingidor”.
Y, finalmente, Álvaro de Campos, quien es la voz misma, inconfundible, de Pessoa. Es el único heterónimo a quien Pessoa conoció, y lo acompañó hasta su muerte misma. Hombre de pensamiento febril, sociable, inteligente y exitoso. Era un brillante Ingeniero Naval nacido hacia el 1890.
Álvaro de Campos representa la vanguardia pessoana, resume en si las tres tendencias cultivadas por el poeta, modernismo, sensacionismo y saudosismo. Aquí también fluye esa poesía omnívora, que busca llenarse, que busca colmarse y nunca estar saciada,”por que todo es excesivo”. No es casual que este haya escrito una oda a Walt Whitman; en él se percibe la zona más desgarradora y contradictoria de Pessoa. No quiero decir que en Alvaro de Campos se encuentra el Pessoa entero, quiero decir simplemente, aquí hay una fusión muy importante, la temática se repite en ambos y a veces los estilos se confunden.
Hay en Pessoa así como en el personaje de Alvaro de Campos un extraño vaivén entre sensación y enajenamiento. A veces se expresa claramente esta necesidad de sentir: “Sentir todo de todas la maneras./ Vivir todo de todos los lados.” Otras, aparece un Pessoa urgiendo amainar la tempestad de las sensaciones, llegando a absorberse en la nada como en aquel poema fulgurante llamado Estanco donde empieza diciendo: “Nada soy, nunca seré nada”.
Sin duda estas personalidades literarias emanadas del universo pessoano, nos acercan a la personalidad misma del escritor, a veces expresando, incluso, anhelos de vidas no realizadas en su vida, pero que elucidan un deseo claro de haber sido otro.. Pero todavía queda el cuadro incompleto pues sobran misteriosos semi-heterónimos sin resolver: Bernardo Soares, Barao de Teive, Vicent Guedes, José Pacheco, Antonio Mora. Solo detrás de la persona de Bernardo Soares encontramos una serie de escritos que traspasan toda la vida de Pessoa compilados en una obra fundamental titulada “El Libro del desasosiego”: libro inconcluso de una prosa impecable, así como genial y compleja, que fue publicada años después de la desaparición física del poeta y tras un largo trabajo de hurgar y ordenar su única herencia a nadie y a todos, un viejo baúl, conteniendo 27.543 páginas, que sigue dando sorpresas[6], y confirmando la vieja frase latina de los galenos : “Ars Longa, vita brevis.”





[1] Pessoa, Fernando. El Libro del desasosiego, Seix Barral, Barcelona, 1984.
[2] En realidad se refiere a las iniciales de Mens Agitat Molens es decir La mente agita la materia.
[3] Pessoa, Fernando. Mensagem, Hiperión, Barcelona (1997)
[4] Pessoa, Fernando. Antología esencial,Pag. 65, NEED, Buenos Aires (1998)
[5] Op. Cit. Pag. 91
[6] Ver : Pessoa, Fernando. Noventa últimos poemas (1930 – 1935) , Hiperión, Barcelona ( 1995)

2 comentarios:

maricruz dijo...

Hola, oye disculpa, es que tenga una gran duda, y quisiera saber si tú podrías resolverla. Lo que pasa es que me han dicho que El libro del desasociego y Floresta de la enajenación son dos libros aparte, tengo el del desasociego, y ahí viene una parte titulada floresta de la enajenación, entonces esta incluido en el primero? o en realidad sí existe un libro entero de este poema, lo he buscado mucho y no lo encuentro, necesito tenerlo, y si existiere como tal, pues adquirirlo.
Te agradecería mucho tu pronta respuesta, de antemano mil gracias, me encanta tu blog.
Att. Cecilia Flores.

Ruben Capdevila dijo...

que tarde vi tu consulta pero la voy a responder, efectivamente en la en la floresta de la enajenación es una obra independiente que eventualmente fue incluida en algunas ediciones del libro del desasociego pero es un poema extenso que fue publicado ya antes de su muerte en 1913 en la revista A Aguia, se piensa por lo general que fue un adelanto de lo que seria el libro del desasociego, por lo menos es el pensar de Angel Crespo gran estudioso y traductor de Pessoa como este humilde servidor.