miércoles, 24 de septiembre de 2008

EL DISCURSO DEL UNIVERSITARIO





Ruben Capdevila

Cuando hablamos del Discurso del Universitario queremos referirnos a ese saber impuesto desde la Institución misma, a ese lugar de la verdad (¿ donde nace o donde muere?) que viene instaurado, precisamente instituido, llenando el vacío del saber, haciéndose dueña de el. Obviamente cuando utilizamos la palabra discurso lo hacemos desde la perspectiva de Foucault, es decir, que el lenguaje no siempre dice lo que dice y se dice de diversos modos. Y por otra de que los Discursos son como juegos estratégicos de acción y reacción, de pregunta y respuesta, de dominación y retracción, y también de lucha.
Desde esta perspectiva la Universidad, como lugar de la verdad y del saber, ejerce un cierto poder sobre el sujeto. Pues todo discurso, en la medida de su fuerza, extiende redes de poder que penetran los cuerpos, las miradas, los discursos. El discurso es un cierto saber – poder, que dicta cierto evangelio del sujeto, un ideal del hombre, una ética, un cierto tipo de practicas sociales, unos dominios de saber, unos regímenes de verdad. No cabe dudas de que El Discurso del Universitario, así como lo enunció Lacan, responde a una anhelo de Totalización, de Todo, de Universalidad. Hay pues en la Universidad una tentación Totalitaria, de establecer los saberes de forma tal a no dejar lugares vacíos, así como el ideal del Panoptico de Bentham proponía iluminar todos los rincones oscuros de la sociedad, el Discurso del Universitario es un monstruo del saber, uno que pretende decirlo todo, saberlo todo. Uno que pretende del hombre, precisamente, un ideal de perfeccionamiento, un sujeto armónico, equilibrado, “sano”.
En esta estructura discursiva no hay lugar para la duda, para la incertidumbre, para el no-todo. Todos vamos pasando de la misma guisa por el proceso de llenado automático de significantes falsos, vamos siendo ungidos del saber. Pero ¿a cuenta de qué? De una paulatina, de una sistemática renuncia pulsional, de una supresión del goce particular. La Universidad desde este aspecto aparece ante nuestros ojos como una estructura deshabitada del Deseo. No es más que un imperativo de la Cultura que pretende destruir lo más particular en nosotros, en pos de lo más universal.
El Discurso del Universitario niega, pues, la eclosión del “otro”. Y fijese que cuando enunciamos el “otro”, no lo estamos haciendo en el sentido leviniano, el Otro en cuanto subjetividad externa a mi pero cercana, sino en el sentido lacaniano de el “otro” ,pequeño “objeto a” que es ese nucleo traumático real – imposible, ese lugar del goce – deseo, desde donde se inventa el sujeto, desde donde pugna lo más particularizante.
La universidad en cuanto lugar de producción y estandarización de los saberes, es precisamente el lugar de la falsa conciencia, y de los saberes supuestos. El lugar del Todo desde donde ya nada se puede producir ni inventar, por que ya todo esta dado. Y por supuesto, el sujeto de la Universidad es un sujeto raptado, un sujeto supuesto saber que ignora su propia fisura, su herida de muerte, su radical escisión. Un sujeto falsamente completado, un mero significante: Psicólogo, Filósofo, Historiador...Un conjunto vacío Psicólogo, un conjunto vacío Filosofo..... Y así ignorante de su propia ignorancia subjetiva el profesional es devorado, subsumido, alienado en lo más universal de la cultura.
Si solo tomamos como ejemplo el novel auge de las Terapias Cognitivas Comportamentales ya podemos observar de nuevo ese deseo por estandarizar las conductas, por universalizar la medicación, de hacerlo todo medible, cuantificable, controlable. Ya no se entiende la enfermedad como una verdad subjetiva, sino como un mal universal. Se trata de erradicar el síntoma, de reprimirlo apenas aparecido, no se considera que el síntoma es una posibilidad de eclosionar una verdad del sujeto.
Este ejemplo toma mayor interes si lo ubicamos en el panorama mundial donde en Francia, precisamente, ya se han presentado importante proyectos por instaurar como sistema Terapeutico oficial – Discurso Oficial – las Terapias Cognitivas Comportamentales y como Panacea la medicalización. Esto no es más que una clara alianza entre el Discurso del Universitario – dueño del saber – y el Discurso del Amo, o del Capitalista que pretende adueñarse no solo del plus económico que es resultado del trabajo obrero, sino también, y de manera fundamental, del plus de gozar, adueñándose del tiempo de goce, de los objetos del goce, y del propio derecho del sujeto a gozar su propio síntoma.
Quizás haga falta analizar no solo de que manera la Universidad afecta nuestro rendimiento profesional, que tanto transgrede nuestro derecho a educarnos, sino de que manera la universidad, a través de su discurso, saca fuerzas de nuestras propias presiones, se alimenta de nuestros discursos fundamentantes, y va penetrando, de a poco, nuestros cuerpos, nuestra mirada, nuestro deseo.

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