miércoles, 24 de septiembre de 2008

EL ENCIERRO Y LA SOCIEDAD - PRISIÓN




Rubén Capdevila


Advertencia: Esto apenas es una pregunta.


Obviamente no hablaremos de conceptos demasiado internos del fenómeno del encierro, no trataremos de referirnos al tema desde el punto de vista de un psicoanalismo trasnochado, como lo acostumbran hacer algunos personajes agapisticos de nuestro medio.
Creo que es prudente que miremos el fenómeno mas externamente y en todo caso ya que de esterilizar al individuo, de cercenarlo, de mutilarlo, de hacerlo inútil se trata, habría que también contemplar, a lo Foucault, las misteriosas relaciones, las misteriosas formas de poder que se ejerce a través del control, la vigilancia, es decir cómo el Estado policial ejerce este poder sobre la sociedad.
Hoy podemos ver, nuevamente, todo el despliegue de las fuerzas represivas; policías y militares custodian todas las esquinas del país, es un espectáculo formidable, es un paisaje surrealista, la profesión más absurda es nuevamente ejercida por orden del Estado-Rey y, lo más paradójico de ello es que, en el cuadro en que observamos al militar y al policía parados – vigilando, ya no aparece el poder arcaico de la mirada, la mirada napoleónica por ejemplo, la mirada infernal del que vigila, por que ni siquiera el propio sujeto que actúa detrás del uniforme cree en lo que hace; lo que está ahí parado, lo que se impone es el uniforme como símbolo y el arma como muerte. El sujeto es un mero instrumento ahí. También el sujeto se pierde en el acto demencial de la represión física. Tanto el represor como el reprimido, de hecho, se pierden en el ejercicio de la Ley y el Orden bastardos.
Lo más notable es en estas prácticas del Estado-vigilante la ruptura definitiva del discurso con la practica, la dicotomía irrecusable entre el discurso ya sospechoso del Capitalista y su práctica criminal.
El discurso habla de la búsqueda de una sociedad transparente, de una seguridad social, de la salvaguarda del individuo ante la oleada de crímenes ejercidos desde las zonas más oscuras de la sociedad. ¿ No es acaso este un discurso tan anacrónico como barato?. Lo es y muy a la manera del discurso panoptista de Jeremías Bentham. Foucault retorna precisamente a la tesis de 1787 en la que Jeremías Bentham propusiese un modelo de arquitectura que es a la vez , o mejor dicho se traduce jurídicamente en un ejercicio del poder y por que no una estrategia de gobierno. Desde la mirada arquitectónica se proponía una estructura edilicia que permitiese de una torre central la vigilancia y el control del interno, del preso, del enfermo, por medio de la mirada. Ante el fracaso arquitectónico de esta propuesta es sin embargo bien recibida jurídica e institucionalmente la estrategia panoptista del ejercicio del poder. Comparto en este sentido con Foucault el supuesto de que el panoptismo se ha instaurado en Europa y en Francia, más específicamente, con el Estado napoleónico. Pero dudo, razonablemente, de que América Latina haya corrido misma suerte.
Y para no ir más lejos, en el Paraguay este panoptismo ( entiéndase, ejercicio despiadado de la vigilancia y el control desde el Ojo del Estado) lejos de eliminar las zonas oscuras, las reproduce geométrica y aritméticamente. Y quisiera advertir lo que sigue con una frase de Nietzsche: ¨Si miras al abismo el abismo se vuelve en ti¨, también es válida la vieja frase latina: ¨El abismo llama al abismo¨.
En pocas palabras, la pregunta que se advierte es ¿quién vigila al que vigila?. Por que debemos recordar que la policía esta vinculada demasiado íntimamente con la delincuencia y que los nuevos superboys que salen a la calle, los militares, vienen de una tradición no menos oscura. Entonces, mientras los vigilantes vigilan, ¿quienes vigilan a los vigilantes y quienes los que vigilan a estos? Es decir el laberinto fatal de la burocracia y las cadenas de mando.
Se me antoja la siguiente analogía: Vivimos ahora en una gran prisión, nuestro país imagíneselo el lector como una gran prisión ¿como se dan las relaciones entre el preso y el guardia cárcel? El guardia cárcel vigila siempre lo externo, esta siempre a la vista, en las zonas de luz o esta arriba y un poco alejado, solo de vez en cuando pasa a las sombras donde se encuentra el submundo del preso, allí se negocio comercial, sexualmente, allí se mata, allí hay ajuste de cuentas, y hay también privilegios. De ninguna forma se trata de evitar el lugar oscuro, se lo fomenta. Y aparte de eso el guardia cárcel obtiene sus beneficios, por medio del soborno, del negocio sucio. Además esa es una buena estrategia para mantenerse vivo.
Este mismo juego de los abismos se da en la sociedad prisión. El vigilante está en lo más exterior, está lo más lejos de la verdad a la que pertenece y pertenecerá, a los oscuros abismos de la sociedad Capitalista. Esta vieja maquinaria salida de la fabrica de Ideales más criminal, reproduce y genera marginalidad, delincuencia, demencia, y lo hace a través de sus instrumentos Gubernamentales con el solo fin de aplicar el castigo ejemplar , este castigo arquetípico esta gravado en la figura esterilizada del ¨preso – ejemplo¨. Del delincuente que es y será un ejemplo para los que intenten ¨desviarse¨ (termino totalmente vago y ambiguo para el ejercicio penal)
O, de lo contrario, o sea si no fuese así ¿ a qué se debe el deplorable e infrahumano trato en nuestras instituciones penitenciarias? ¿Por qué no se busca la reinserción social del delincuente? ¿Por qué los ocupan en trabajos inútiles, alienantes o de escaso valor incluso comercial?
Claro esta y es de lógica simple: si el Estado implementa políticas penitenciarias dirigidas a la reinserción del sujeto a la sociedad y no dirigidas a la eliminación del delincuente. Si el estado crease fuentes de trabajo que beneficien a las clases empobrecidas y marginadas, y no estrategias de criminalización de los pobres, me pregunto ¿ como se justificaría la dinerada inmensa que gasta del presupuesto para la policía y los militares? Pero esto quizás tiene ya que ver con antiguas relaciones de poder y viejas oligarquías.
Solo me pongo a pensar, por ultimo, a propósito del encierro ¿no hay acaso una realidad parecida en el seno de la institución psiquiátrica?.


8 de Septiembre de 2003.

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