martes, 23 de septiembre de 2008

Adios, Descartes!


“Camina, camina y habla.
Toma ya nuestro rostro, de la tierra toma el color y la palabra.
Toma ya nuestra voz, nuestra mirada anda.
Hazte oído nuestro para escuchar del otro, la palabra.
Ya no serás Tú, ahora eres Nosotros.”
Subcomandante Insurgente Marcos

Rubén Capdevila



Hace algunos meses tuve la oportunidad de leer un articulo titulado “ El fracaso del colectivismo”. Postulaba el autor, en dicho articulo, el fracaso de todos los sistemas que proponen la vida en igualdad de condiciones, la justa distribución de las riquezas, la propiedad colectiva de la tierra y de los medios de producción, es decir, el fracaso ya comprobado de todo proyecto socialista o comunista. En cambio, proponía, la defensa del modo de producción capitalista, el libre mercado y por supuesto la libertad del individuo, entiéndase, la libertad de apropiarse de lo que quiere y comerciar con lo que se le antoja a cualquier precio.
Este ultimo punto es el que me ha llamado siempre la atención “la libertad individual” que es acaso el único punto interesante del liberalismo propugnado por Locke y fundamentado económicamente por Smith y radicalizado por Descartes. Locke le dio al hombre el derecho natural de la libertad y de la propiedad privada, que posteriormente se convertiría en libertad de apropiarse de lo que le produce el placer de satisfacer sus necesidades; Smith le otorga al hombre el derecho del libre comercio como una expresión más de la libertad. Libertad sería pues, a partir de él, libre comercio. Y Descartes encerraría al Ser humano, dentro de los limites de su conciencia, esta conciencia sería fundamentalmente conciencia de sí y por tanto negación de lo otro. Resulta pues que el sentido Individualista dentro del sistema liberal adquiere un carácter ostensiblemente negativo, exclusivo, separatista.
La exaltación del individuo a conducido fundamentalmente a la exclusión y a la marginación de los diferentes, diferentes de piel, diferentes de raza, diferentes de lengua, diferentes de opción sexual, diferentes de clase. Donde más se han propugnado los ideales del liberalismo económico y político, más se han enfatizado el racismo y la discriminación social. La sociedad moderna y neoliberal, por su parte, a radicalizado este individualismo hasta el grado absoluto: la exaltación de las individualidades poderosas. George Bush y Bill Gates representan, al más buen estilo del nazismo alemán, las nuevas individualidades poderosas, que se alzan de dueños del mundo.
También el individualismo es enseñado en todas las Universidades y Colegios del mundo; desde Harvard hasta la Nacional de Economía el Slogan parece ser el mismo: En el gran mercado mundial la ley es la libre competencia, sé un Líder de Excelencia y triunfaras. En su giro inverso se lee: “Enriquécete, pisa todas las cabezas y espaldas que puedas, pero enriquécete”. Y la gran Universidad del Individualismo Mundial otorga distinciones especiales para los más destacados: El premio Ludwig Von Misses por promover la riqueza material de los pueblos, es el sueño de todo Keynesiano.( Keynesiano: llámese a todo capitalista arrepentido o con sentimiento de culpas) El Paraguay no es ajeno a este tipo de distinciones, no olvidemos las famosas distinciones a los “Jóvenes Sobresalientes y Emprendedores”.
Es posible pronosticar, sin embargo, que el individualismo flojea en sus fundamentos mismos. El individualismo, analizado desde la praxis misma, adquiere un sentido inverso, y como reflejado en espejo deforme, se nos muestra más bien como la masificación obligada. Se masifica el sentido individual con el simple afán de mantener divididos y separados a los hombres. Dividir para dominar. Dividir para controlar. Dividir. Exaltar la libertad de consumir lo que se quiere hasta el hartazgo. Libertad para consumir es el objetivo de las grandes potencias mundiales.
Noam Chomsky propone que existen dos procedimientos de control utilizados por el Capitalismo liberal: uno es el control de la mente pública, para ello, dice, la elite empresarial se encargó de crear la industria de las relaciones públicas que domina una amplia gama de medios de comunicación y de adoctrinamiento. El otro procedimiento o método de control, continua, consiste en separar a las personas, mantenerlas aisladas, procurar que no haya ninguna organización en la que puedan agruparse. Pues el individuo solo, aislado, es impotente contra el poder concentrado. La televisión ha tenido gran importancia en esto, pues es intrínsecamente un instrumento de aislamiento.
Lo que se trata es de que cada individuo se encuentre solo frente al televisor, y que consuma toda la ideología que la televisión le puede instalar en la mente. Evitar en lo posible la reunión, el compartir con el vecino, el intercambiar ideas o, lo peor, la critica.

En EE.UU. se ha llegado al extremo inclusive de fomentar el sentido del individualismo con el fin de forjar una mala imagen del Movimiento Sindical, para ello se difundía cierta imagen donde, por una parte están los buenos ciudadanos, todos los que viven en paz, trabajando juntos por el bien común, cada uno por su cuenta: el ama de casa, el ejecutivo, el funcionario del Estado, en fin todos los buenos, los hombres y mujeres de bien; y por otra los elementos subversivos que intentan destruir la armonía: los sindicatos y los huelguistas.
De esta suerte, es decir aislando al individuo, es fácil mantenerlo controlado pues al fin y al cabo que importan sus pensamientos y opiniones, es cierto, cada quien tiene la libertad de pensar y expresarse, pero eso es algo privado, para la intimidad, para el dormitorio o para la sala ( si es que las hay). La cosa pública es cosa de otros ( de los poderosos) y es menester mantenerse alejado.
Así es como el individualismo a incluso pasado a transformarse en una forma esencial de egoismo y en especial de indiferencia. La indiferencia es la forma más terrible de individualismo, ella nos conduce al terrible estado de conciencia en que algunas religiones Hindúes - que proponen la liberación espiritual por el aislamiento individual – abandonan al hombre a los designios del destino: déjenlo, es su Karma, diría algún hindú, viendo a un hombre ser golpeado y saqueado injustamente.
Pero ha llegado la hora de decirle Adiós a Descartes, ya no estamos en la época en la que Fromm hacia su psicoanálisis de la sociedad, la época en que el hombre anda con miedo a la libertad refugiando tras las espaldas del primer dictador de turno, solo en EE.UU. la gente todavía se convence de la estúpida paranoia de Bush del “Terrorista bajo la cama”. Las nuevas experiencias de los pueblos hacen que palabras como “comunidad” “colectivo” “nosotros” “compartir” “confianza” “compañero” adquieran dimensiones hasta hoy desconocidas. El Forum Social Mundial de Porto Alegre es un ejemplo, más allá de toda crítica, de lo que el hombre puede hacer al abandonar el viejo individualismo. Pues, ciertamente, es en la vida compartida donde se descubre el secreto de la vida: ser con los demás es ser más. Solo en la medida que conocemos al otro, que entendemos su mirada y su palabra, logramos nosotros también conocernos. En el nosotros está el secreto.
Finalmente quiero concluir este esbozo recordando aquella famosa parábola del budismo Zen que hablaba de un joven que tenía muchas ansias de conocer lo que es el Zen y alcanzar así el Satori (éxtasis espiritual). Una tarde se entero que a muchos kilómetros vivía un anciano que podía darle esas enseñanzas. Luego de mucho viajar encontró al anciano en un pueblo y le expreso su urgencia por conocer el Zen. El anciano, con tono amable, le indica donde quedaba su hogar y que lo esperaría al día siguiente. Al amanecer el joven llegó a la casa del anciano y tocó la puerta:
- Quién es ? – preguntó el anciano.
- Soy Yo – exclamo seguro el joven – vengo a recibir mis lecciones. El anciano espero un instante y le respondió:
- Vuelve dentro de un mes.
El joven, consternado, se retiro sin entender mucho, y regresó al cabo de un mes. Al llegar a la casa del anciano se repitió el mismo dialogo del quien es? - soy yo, pero esta ves el anciano le recomendó que regresará en 2 meses. En esta ocasión el joven se retiro a meditar ya muy preocupado por la actitud del maestro y especulando sobre en qué se había equivocado. Naturalmente y con la terquedad de todo neófito, el joven volvió a los dos meses. Golpeo la puerta:
- Quién es? – inquirió de nuevo el anciano. Y el joven sin pensarlo mucho respondió:
- Soy Tu.
- Pasa hijo – respondió el anciano – has aprendido la primera lección del Zen, en esta morada no hay lugar para dos Egos.

Y en este nuevo año que se inicia entre guerras imperialistas y debacles de viejos ídolos solo hay una esperanza, un solo ego: Nosotros.
Adiós, Descartes!