domingo, 25 de julio de 2010

Introducción a una filosofía latinoamericana (1)





Siempre que tratemos de abordar un tema filosófico hédemos de hacerlo con mezquindad y sin ánimo de hacer erudición, esto debe ser así debido a que la verdad, en especial la de occidente, ha demostrado su debilidad, su inconsistencia ente las críticas características de la realidad vivida por el hombre en los últimos 100 años. Esto se aplica de manera más rotunda al escenario de América Latina.
La Filosofía tal cual la conocemos hoy, es decir, la Filosofía de sentido griego, occidental, europeo, no es más que el resultado de complejas relaciones sociales de producción y muy oscuras relaciones de poder y dominio. Por eso la Filosofía occidental se ha caracterizado por ser logocéntrica, egocéntrica, eurocéntrica. Europa se ha impuesto a la vida del hombre americano de forma violenta en lo que se ha dado por llamar “el descubrimiento”, Dussell diría “encubrimiento”. Ciertamente “descubrimiento” es una palabra falsa que solapa la crueldad de la conquista: la conquista como encubrimiento del otro. O como la define Dussell: “la conquista es un proceso militar, práctico y violento que incluye dialécticamente al Otro como “lo Mismo”. El Otro, en su distinción, es negado como Otro y es obligado, subsumido, alienado a incorporarse a la totalidad dominadora como cosa, como instrumento, como oprimido, como encomendado, como asalariado o como africano esclavo”.
Europa irrumpe además en el mundo americano y trata de destruir su imaginario y la cosmovisión del hombre, es decir, al sujeto filosofante de América.
En América se dieron de manera sincrónica tres tipos de conquista: -->Conquista material -->Conquista espiritual -->Conquista racional.
Luego de la compra de almas y tierras, características de la sociedad feudal, América ingresa a la modernidad huérfana todavía de patria, pero muy cerca de afirmarse a Sí.
La Revolución Francesa representó para los europeos el triunfo de la razón sobre la realidad; Hegel diría: “El Estado es el triunfo de la Razón, lo divino terrenal”; y más aun afirmaría que “todo lo real es racional y todo lo racional es real”; Kant anuncia el “Aufklarung”, la Ilustración, como salida por sí misma de la humanidad de un estado de inmadurez culpable para pasar a una vida basada en la Razón y los imperativos categóricos.
El edificio del pensar Europeo levantase así como un poderoso y sin embargo frágil castillo de cristal. La modernidad es azotada por un idealismo extravagante, recordemos al obispo George Berkeley que decide negar la materia y convertir a todos en datos de la conciencia; Descartes, no menos entusiasmado funda la verdad en el “pienso luego existo”. No caben dudas que entre los siglos XVII y XIX se desarrolló el más grande laboratorio dedicado a la ocultación de las verdades y a la fabricación de mentiras, o como diría Nietzsche “la fábrica de ideales”.
Europa era el lugar de la Razón; el hombre, dueño de la Razón, dominaría a todas las fuerzas de la naturaleza hasta ponerlas a su servicio, la ciencia permitiría esto; y la técnica podría llevarnos algún día a la tan soñada prosperidad. La técnica nos dio la Industria. Europa avanzaría en un progreso indefinido hasta alcanzar la prosperidad, la riqueza, la vida eterna del hombre. El europeo, occidental, cristiano, civilizado y blanco era el prototipo de hombre. Raza, ciencia, abolengo. Allá en el otro mundo, en el nuevo continente, América, en África, en Asia, estaba caído en el suelo “el diferente”, “el inmaduro”, “la niñez de la humanidad”, o los “bárbaros y los salvajes”.
El europeo encubre al Otro (América, Asia, África), lo niega en su subjetividad en cuanto a que lo reconoce como diferente, como extraño al mundo de la Razón y a su Razón misma; lo niega porque está, en el modo de pensar del europeo, a someter a todo como objeto, la Razón ha de servirse del mismo para aportar nuevos conocimientos y colaborar con el progreso del género humano. De esta manera es como el modo de Pensar y Ser europeo (vector emocional) fracasa, choca de frente con otra realidad, choca con el suelo, el arraigo, la creencia, el mundo polisígnico del indígena, del campesino, del Otro como pueblo.
La Razón por la cual América Latina ha tardado tanto en volver a rescatar, reconstruir, redibujar su pensar propio es por el hecho de no haber reconocido que ese Pensar logocéntrico, egocéntrico, eurocéntrico (en cuanto a falacia desarrollista) se ha cristalizado en el totalitarismo y en capitalismo.
Toda esta introducción nos ha parecido muy importante pues, para empezar a hablar de Filosofía Latinoamericana, debemos hacerlo planteando los primeros problemas que nos asolan y, por otra parte, “una Filosofía de la Liberación” no puede construirse sin una simultánea destrucción de los discursos filosóficos dominadores. La intención es divulgar el pensamiento latinoamericano como una afirmación de nuestra identidad y como rescate del sujeto pensante latinoamericano; es tomar de este pensamiento lo más nuestro. Esta introducción es pues, propiamente, una apertura a la “Filosofía Latinoamericana de la Liberación”

Mamangá. Año 1. Nº 13. Primera quincena de febrero de 2004

1 comentario:

Anónimo dijo...

Disculpa cuál es el nombre del mural